Febrero
[Segunda
Semana]
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Las aves invernantes
rastrean los rincones más insospechados
en pos de la última aceituna o
bellota no
germinada. Los insectívoros pueden
encontrar la
primera oleada de dípteros y los camachuelos se
cebarán
en los ya muy abultados botones florales de los árboles
domesticados. Nacen la mayoría de los pollos de búho
real.
Bandos de luganos visitan las alisedas, a menudo
fecundadas por las abejas si algún día templado lo
ha permitido. El lagarto
ocelado sigue enterrado mientras los sapos comunes
se afanan en la búsqueda de consorte. Los
zorros ya están unidos tras las cópulas. Cae la
cuerna del ciervo, que a menudo es
roída por las
hembras o los pequeños mamíferos para aprovechar
su alto contenido en minerales.
Muchas jabalinas se dejan preñar
por estos días, pero debemos tener en cuenta que los
cochinos de monte
son los animales menos cumplidores de un
calendario
estricto. Se ha demostrado que, junto a la nutria,
el
meloncillo y la jineta, pueden reproducirse en
cualquiera de
los periodos del
año, si bien la mayoría de los cachorros nacen
antes de comenzar el verano. Los lobos delimitan los territorios
de cría y los zorros ya tienen sus huras
acondicionadas para
los próximos
partos. Los esbardos maman activamente en la
cálida osera y se acaban de formar las parejas de turones.
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Las notas de color inmóvil del paisaje tienden a
intensificarse.
Los tallos de cereal y la hierba en general
ganan
volumen y
el verde comienza a recuperar posiciones sobre los
tristes pajizos
de los meses anteriores. La segunda avanzadilla de
las flores ya está
aquí con una cabeza de manifestación compuesta por
violetas, crotones,
narcisos, mayas y vinagraras. En los árboles más
precoces
habrá pétalos y colores, caso del sauce, la sabina
albar, abedul, tejo,
algunos chopos y álamos y, ante todo, del almendro.
Cerca del
Mediterráneo llega a florecer incluso el olmo,
aunque de éste
debemos comenzar a escribir en pasado, ya que
la mayoría de
nuestros olmos son sólo troncos muertos. Una
epidemia, la garfiosis,
transmitida por unos escarabajos, los ha destruido
cuando eran
una de las más importantes galas de muchos de
nuestros paisajes
desforestados. Entre los matorrales que se adornan
con su futuro
destaca el brezo blanco y el romero, el de la
diminuta flor zarca
que bien parece un trozo de cielo arrapado a ras de
tierra, precisamente
donde ésta es más dura y seca
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Ya son frecuentes las flores. El
monte se va poniendo
morado por el brezo
rubio y los bordes
de los arroyos albean porque al durillo se ha
unido la floración del
brezo blanco.
También los almendros, tejos, pipirigallos,
aristolaquias y el zurrón de pastor le ponen
color a sus ápices.
En sus colonias están copulando las garzas reales entre
ensordecedores gritos |

La encina comienza a renovar algunas hojas mientras
esperará hasta agosto para dejar caer las más viejas, que
pueden haber durado hasta tres o cuatro años.
El trigo escala hasta dos palmos del suelo. Nacen los
tritones ibéricos. |
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