Junio [Cuarta
semana)
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Tras entrenarse, batiendo las alas sin despegar, los
pollos
del águila real saltan por primera vez del nido. Les
imitan varias
especies de garzas, córvidos, azores, cernícalos,
milanos,
palomas, fringílidos, paridos.
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Tal
vez esta sea la semana que más jóvenes aves
incorpora a los paisajes. En el silencio y la
oscuridad de
todo tipo de cavidades, la mayoría de las especies
de
murciélagos de nuestra fauna está pariendo tras una
gestación que comenzó el otoño anterior. En
sus globosos nidos
nace la segunda
carnada de ardillas. Los zorreznos abandonan
sus cubiles, ya
por completo crecidos, y los nuevos lobos dejan
de mamar.
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Muy cerca, es decir, en las orillas de
cualquiera de nuestros cursos fluviales,
podemos tropezamos con uno de los
"nacimientos" más espectaculares. Se
trata de la emersión de las
libélulas a su vida aérea. La
culminación de una metamorfosis radical
tras, a veces, años de vida larvaria y
subacuática. Bastará poco
más de una hora para que de un ser
bastante feo que se arrastraba
por el tallo de un junco emerja una
bellísima y veloz libélula, el
insecto más original de cuantos existen
y el único ser vivo que
puede volar marcha atrás. Encandilados
podremos quedar igualmente
con el más leve de los sistemas de
locomoción,
que es el utilizado por las mariposas.
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El suelo, por su parte, está empachado
de amarillos. Pasto seco que
albergará a las infinitas estirpes de los sin hueso.
La paja es una pausa necesaria, y
su olor, un antídoto del humo y el ruido.
También estos
secarrales suponen una variación en las
tonalidades
básicas del paisaje que, aunque parezca dura, acabamos
agradeciéndola como una mas de las manifestaciones
de lo cambiante. Está ya el grano completo,
duro, ya es esa milagrosa cápsula de buena parte de
la energía que todos
necesitamos. A su
llamada acuden oleadas de aves, ahora partidarias
de ser bandada, junta plenaria de alas sobre las
rastrojeras.
La arboleda silvestre, además, esconde la progresiva
gordura
de sus frutos.
Se
vacía
el paisaje de los cantos que las aves hacen coincidir
con su esfuerzo de continuidad. Pero queda
compensado
no sólo el naturalista, sino también el más
desatento de los
paseantes con la culminación anual de las mariposas.
Los colores que vuelan desbordan cualquier enumeración convencional
para entrar directamente en lo que parece irrealidad
o al
menos ensoñación.
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Cunde la flor del castaño y de los
jaguarzos, otro
festival de amarillos en los
campos
Los gallipatos, los mayores tritones de Europa, rasgan
ahora sus huevos e inician una no menos azarosa vida
acuática que puede verse
truncada incluso por la desecación de los charcones
donde suelen criar. No lejos del agua y allí donde
puedan excavar nuestras dos
especies de galápagos, el común y el leproso, pondrán
sus huevos.
E1 paisaje sonoro será acaparado por los élitros, por la
pura mecánica de los rozamientos y las fricciones. Mucho
es lo
que estridula con luz o con sombras. Pero la noche
comienza
a decir más altas sus palabras de sombra.
Vuelan pocos colores, pero muy bien representados
por unas doscientas
especies de mariposas y decena y media de libélulas y
caballitos del diablo |
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