Junio [Tercera
semana)
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Los zorreznos ya campean

Tiempo cundidor. Promesas cumplidas. Cosechas evidentes.
La sequía resulta, por tanto, un rasgo muy
superficial y hasta engañoso del verano, porque los
ríos de la vida móvil andan más caudalosos que en
ningún otro momento del año. Las carnadas y nidadas,
las descendencias de los anfibios y reptiles cunden
y se expanden como si el calor fuera su tierra
prometida. El verano es de las infancias, incluida
la nuestra, que siempre tiene sus mejores instantes
ligados a los meses cálidos y felizmente
improductivos.
Pero sobre todo el verano es de los sin peso, o
casi. Los
invertebrados se despliegan hasta lo cósmico. No
dejan rincón sin su propia presencia. Por
tanto, no hay que ir a
las profundidades del bosque, ni a los acantilados
remotos
o
las cimas imposibles para descubrir los síntomas de
esta elevada
actividad de lo viviente. Basta el más pequeño jardín,
la paseata vespertina por las afueras del cemento
para llenar de diminutos encuentros nuestra mirada.
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Niñas,
cleopatras, colias, sátiros, nacaradas,
auroras,
blancas, manchadas, chupaleches, lobas,
son sólo el prólogo
de un cosmos de alas de seda
silenciosas. Muchas están
poniendo sus huevos en plantas muy
concretas que alimentarán
a la oruga inicial, pero no dejan de
visitar flores para alimentarse
con su néctar. Ahora ya disponen de la
hierba de
San
Juan, así llamada por abrirse
precisamente entre el 24 de
junio, día del santo, y el 29, día de
San Pedro, que cuenta
también con una planta que abre sus
pétalos en este momento de
calendario. Coinciden con el máximo
esplendor del orégano. Está poniendo sus
huevos el galápago común en
alguna orilla progresivamente más seca.
Las jinetas nacen en
algún tronco horadado o caído
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Recordemos
que en una sola hectárea de bosque pueden vivir
hasta medio millón de arañas. O que sus presas
capturadas a lo largo de los meses cálidos superan
en peso al de todos los españoles juntos. Varias
especies de chinches hediondas, como Graphosoma,
copulan. Aparecen masivamente los escarabajos
sanjuaneros. Las cijindelas se hacen también
conspicuas.
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Florecen
madreselvas, azaleas, prímulas, agracejos y las
cañahejas, las plantas anuales más llamativas del ámbito
mediterráneo. El herbazal alcanza su máximo y multiplica
las posibilidades de los fitófagos y de sus predadores.
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Asomarse a los cálices de las flores de junio es como
convertirse en un indiscreto voyeur de los amores
de los insectos.
Recordemos que sobre las complejas flores de la
zanahoria silvestre, por ejemplo, llegan a verse al
mismo tiempo hasta dos docenas de insectos copulando.
Pero no será allí sólo: en estos días también abren los
pétalos
varias especies de orquídeas, el pipirigallo, el famoso
cardo
corredor donde también se juntan decenas de insectos, la
centaurea
mayor, el llantén mayor, los digitales o dedaleras que
todos
sabemos reconocer, los jaguarzos, las brecinas, el
espino de fuego,
las primeras zarzas y, para desgracia de tantos y tantos
alérgicos, las acacias de las ciudades...
Pero ya que mencionamos un árbol, hay que recordar que
son pocos los que aguardan a este mes para producir
polen. Entre
ellos figuran los pinos de alta montaña, como el
silvestre y el negro.
Y por aquí, más cerca de los de a pie, el castaño. |
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