Marzo
[Segunda
Semana]
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Se va terminando el invierno con tal avalancha de
acontecimientos
que apenas hay experiencia que pueda ni siquiera
aproximarse a su simple enunciado. Como en una
erupción, se
levantan oleadas de nuevas vidas o sus proyectos.
No quedan
apenas
ocasiones para el silencio. Día y noche suenan
los campos
a renacimiento. Ya están ahí, junto con los sonidos
de los
grillos y
alacranes cebolleros, las primeras llamadas de
las
ranas
comunes. Aviones y golondrinas culminan de
acoplar
pellas
de barro a su nido y lo forran con crines, plumas
y raicillas
que acolcharán la incubación. La cigüeña blanca pone
su
primer huevo.
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Si decíamos que pituitaria despierta lo que ya
trabaja permanentemente
en marzo es el oído. Responsables: los pájaros que
multiplican sus cantos ante la ya perentoria
obligación de ser más.
Vibran todos los rincones no degradados con las
ardorosas estrofas de mirlos, totovías, zorzales
criarlos, pinzones, tarabillas, carboneros,
herrerillos, petirrojos... Algunos de ellos le
cantan a una esposa
que ya es clueca en lo recóndito. Mes también de más
llegadas y
partidas, de puertas abiertas de par en par por los
extremos cardinales
de la Península.
Así, mientras que remontan paralelos los gansos
y otras anátidas, los limícolas y gaviotas, las
palomas y grullas, las
currucas capirotadas y mosquiteros, por Gibraltar
entran a mansalva
milanos negros y alimoches, aviones y golondrinas,
abubillas y
cucos. Los madrugadores ya tienen delante de los
ojos el fruto de
su esfuerzo incubador. Nacen en este mes la mayoría
de los pollos
de las dos especies de buitre, ya están casi volando
los de buho real.
Más espectacular todavía resulta la irrupción en
los paisajes
de los hasta ahora aletargados reptiles y no pocos
anfibios. En
as aguas paren las salamandras, eclosionan los
huevos de gallipato,
se hacen el amor los tritones pirenaicos y ponen sus
interminables
ristras de huevos negros los sapos comunes. En
tierra firme se persiguen a mordiscos —es su forma
de amarse— las salamanquesas
de nuestras paredes. Incluso ponen sus huevos antes
de que acabe
este mes. Andan enceladas también las lagartijas más
comunes
como la ibérica, la roquera y la colirroja. Y
aparecen por primera vez
en el año las tres especies de lagarto más
frecuentes, la culebrilla
ciega —un reptil que vive como las lombrices— y las
víboras.
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A poco que haya llovido, nuestros ríos llevarán más agua
que en ningún otro mes
-norma
cada vez menos cierta-.
Caudales que
albergan otros flujos, éstos vivos, ya que sus inquilinos
se animan también a la multiplicación de sus efectivos.
Estamos en el
momento en que ponen sus huevos anguilas, lucios,
tímalos, percas,
bogas, leuciscos. Mientras, de los huevos más
madrugadores del mes
pasado, los de salmones y truchas, siguen
naciendo millones
de alevines.

En la mitad sur aparecen también los primeras caballitos
del diablo y libélulas. El bullicio lo ponen las
segundas oleadas de dípteros
—moscas y mosquitos— del año. Y, por supuesto, los primeros
enjambres y, a la noche, la alfombra sonora de los
grillotalpas o
alacranes cebolleros. |
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