- Las palomas torcaces llegan en bandos de millones de ejemplares -

Noviembre
[Calendario de la Vida]


Tiempo de hacernos boscosos. Nos llama la arboleda porque ahora está acaparando algunos de los mejores y mas significativos sucesos del calendario de la vida. Su ocaso ya es amanecer. Los árboles deciduos acaban sus esfuerzos anuales con el comienzo de su propia fertilidad. Las hojas cayendo ya son todo un acontecimiento. Desplome que construye todo el porvenir del bosque y de los suyos, que aquí son siempre más que en cualquier otra parte. ¿Tenemos que recordar que más del setenta por ciento de los seres vivos del planeta viven en sus bosques?


En fin, antes de viajar del cielo a las raíces, el traje de los árboles se carnavaliza. Acepta el disfraz, el maquillaje, la provocación colorista, la ambigüedad. Parece un incendio y es que está apagándose el bosque. Creemos que muere y está naciendo. El aparente silencio no es más que un rocío de voces quedas y diminutas, el adiós de las hojas, que cuentan el sentido de la muerte. Su desmayo es una alegría. ¿O acaso no nos agradecen nuestros ojos esa convocatoria abierta a todos los tonos que ya coinciden en el bosque caducifolio? La despedida, ese torpe vuelo de cada hoja, tiene como destino el punto de partida. Serán oscuro suelo durante unos meses, tal vez años, para luego volver a tutearse con la luz
y el viento. La casi eternidad de muchos árboles seguramente tiene que ver con esta capacidad de olvidarse del tiempo no dando jamás nada por concluido. El bosque esconde el aliviante misterio de volver a empezar


- Primera semana -

- Segunda semana -

- Tercera semana -

- Cuarta semana -


La alfombra de mullidas hojarascas no es más que el mejor modelo de reciclado que conocemos. Un almacén de energía para gastar en los años siguientes y que el mismo organismo que lo requiere es el que lo ha creado. Y que crece porque nunca gasta todo lo disponible.

Pero también es mucho más, es lo que convierte al suelo en ser vivo. Y es el tálamo nupcial de centenares de miles de millones de pequeños animales que sólo la lupa y el microscopio llegarán a enseñamos. Adelgaza el bosque por lo alto y engorda no sólo entre su pies, también en la doble piel de los troncos. Ese variopinto ecosistema que suponen las cortezas de los árboles atrapa la humedad disponible y nos pone otro ilimitado universo de líquenes y musgos a disposición de nuestra capacidad de observación.