Septiembre
[Primera Semana ]
|
Se inicia septiembre con un verdadero
embotellamiento
en las inmediaciones de Gibraltar y altos flujos de
entrada por
los collados pirenaicos. Nos llegan ya a millones
los papamoscas
y mosquiteros... Se van los hirundínidos, las
collalbas, los ruiseñores,
los alimoches y los aguiluchos. Incluso el nóctulo
común
puede iniciar sus desplazamientos, mientras que el
murciélago
rabudo está iniciando su reproducción con partos en
cuevas del
litoral mediterráneo, a veces, muy cerca del halcón
de Eleonora,
que ceba a sus polluelos con las avecillas
migradoras que
sobrevuelan nuestro mar.
|
 |

|
Al caer la noche vuelan con zumbido espectacular algunos
de caníbal nuestros grandes escarabajos, como los
rinocerontes y el ciervo. Por su parte, el sanjuanero,
que en ocasiones resulta masivo en primavera, se
entierra por estas fechas en el suelo del bosque. En los
ríos, que casi invariablemente estarán en su peor
momento del
año, puede iniciarse la puesta de las truchas más
madrugadoras.
Pero no es ni de lejos lo más significativo que sucede
en el seno de nuestras aguas dulces. La palma le
corresponde a nuestros ya casi extintos cangrejos de
río, que se aprestan a un tosco combate que anuncia el
comienzo de su actividad sexual. Algo que imitan las
salamandras comunes |
|

Nada
infrecuentes resultan los vuelos de las hormigas; muchos
son anuncio de lluvia, otros necesitan alguna tormenta
para que se desencadenen. Y si explotan los hormigueros,
lanzando a los cielos miles de machos, podemos estar
seguros de que decenas de aves y no pocos mamíferos
estarán llenando sus estómagos |
|
Algunas de nuestras mayores libélulas, como la
Aeshrna cyanea, vuelan enganchadas —cabeza contra
abdomen— entre sí. Tren de amores: cópula de suprema
rareza que a menudo se desarrolla lejos del agua. No así
la puesta de los huevos, que la hembra a veces
realiza con el macho todavía unido a su cabeza, en pleno
vuelo y tan sólo sumergiendo la punta de su abdomen en
un soberbio movimiento de balancín.
|
|