Diciembre
[Primera
semana]
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Pleno de las frezas de salmones y truchas. Estas
últimas no la descuidan y de vez
en cuando las limpian para que el fango no
impida el desarrollo de los embriones. Inicia su
celo el tritón ibérico. Emerge la mariposa
de
invierno, Ocnygyna, que de inmediato pone huevos que
eclosionarán la siguiente
semana
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Hembra de salmón
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Tiempo de recuperadora soledad. No es que se vacíe
de
sucesos lo abierto. Ahí afuera encontraremos
novedades suficientes
para llenar la más insaciable curiosidad. Sólo que a
menudo cabe
pasearse con uno mismo y deshacerse de puntualidades,
opiniones, del ocupacionisino que nos quita el
tiempo de la
vida, que nos sustrae de lo que nos trajo. Es buen
momento incluso para recordar que las agendas, el
calendario,
el reloj, el
anuario, suponen alguno más de los convencionalismos
que hemos adoptado para esa proeza del humano que es
hacer
historia. Tanta que en no pocas ocasiones derrotamos
incluso a
esa tenacidad que la vida pone en conseguir su propia
continuidad. Quién sabe si diciembre, en el campo,
es también
el marco oportuno para pensar que la mayor parte de
la vida,
aunque íntimamente ligada al tiempo, está fuera de
nuestras
cronologías. Sobre todo a través de un uso armonioso
de sus
propios calendarios. Ciclos, pautas, ritmos sin
sobresaltos. La cadencia justa que adopta lo
viviente es la mejor estrategia
para derrotar a
la gran derrota que para todo animal o planta
es la extinción,
la salida definitiva del tiempo.
El frío y el silencio de buena parte de nuestros
ámbitos
es también el germen de lo que ya está comenzando
sin alharacas.
Además de despejar la mente, anima la circulación
periférica y limpia lo mirado.
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Las procesionarias de verano llegan ahora a nuestros
pinares en forma de huevos. Flores en los tojos o
argomas más
cercanos a las costas atlánticas del Norte. Terminan las
peleas
de machos monteses y muflones, mientras unas cuantas
cochinas
de monte están nada menos que pariendo. |

Comienza la floración del tojo |
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