Junio[Calendario de la Vida]

Apenas queda pasado. Junio es mes de presentes, de plenitud, de consolidación y adensamiento. Antes, como hemos ido comprobando, era la ilusión de llegar y de nuevos comienzos. Luego será la lenta y suave caída hacia el descanso, hacia la cama de frío que a todos nos pone el invierno. Todo ello, por supuesto, con interrupciones y más que notables excepciones. Recordemos que en los calendarios de la Naturaleza no hay un tiempo equiparable al nuestro; el ciclo nada tiene que ver con la historia. Y los compromisos del instinto, menos aún con esa desenfrenada carre­ra a bordo de la codicia que nos asola.

 

Si situamos los acontecimientos de la vida dentro del marco de nuestros relojes y almanaques, es porque aún falta mucho para que comprendamos las otras formas de medir el tiempo que manejan árboles, mariposas, aves viajeras o mamíferos dormilones. En cualquier caso, el momento que atraviesan los campos y sus inquilinos es un presente orondo y reluciente porque el día ha conquistado casi todos los territorios posibles. Se alarga hasta su máximo anual, arrinconando a la noche y sus frescuras a algo menos que ese tercio de cada jornada que, curiosa y no accidentalmente, hemos convenido en dedicarle al sueño.

La luz, feliz por su acabada conquista, acuerda con los vivos que vayan culminando su renovación anual. Dicta precisas instrucciones para que la hoja se expanda hasta también sus límites máximos. Para que la ingente masa de los sin hueso ponga ritmo y color hasta en el último de los rincones. Para que por unos días todas las poblaciones de los con pelo y pluma sean tres, cuatro veces más numerosas.


En la comunidad reptiliana no puede por menos que detectarse una mayor actividad. El calor es más que suficiente para despertar no ya a los cuerpos, sino al amor, tantas veces violento a nuestros ojos. Y es que las cópulas de lagartos, culebras y víboras más parecen una pelea enardecida que un abrazo sexual. Y en ello están los lagartos ocelados y verdinegros, la culebra de herradura, la bastarda, que poco más tarde realizarán su puesta.

Las aves andan en procesos muy similares. Las residentes y madrugadoras están en la segunda e, incluso, tercera crianza del año.

 

- Primera semana -

- Segunda semana -

- Tercera semana -

- Cuarta semana -
 

Las viajeras culminan su reproducción con ese aleteo de entrenamiento que todos los pollos realizan en el borde misino de los nidos o en las ramas cercanas al mismo.

Varias especies de águilas, milanos, cigüeñas, buitres, búhos, córvidos, palomas y hasta un centenar de aves acuáticas y pequeños pájaros pasan por ese crucial momento de echar a volar, algo que casi todos hacen con un muy constructivo temor hacia el mundo que les espera, muchas veces con los cepos más que con los brazos abiertos.
 

Pero también hay unos pocos rezagados. Entre ellos destacan el halcón abejero, el águila calzada, el abejaruco, la oropéndola y unas dos docenas de variedades de aves de la alta montaña a las que la culminación de la primavera llega unos dos meses más tarde que a nuestros bosques y campiñas de menor altitud. En los islotes de nuestras costas acaban de nacer los pollos de las pardelas cenicientas, que tienen uno de los ciclos más largos y retrasados de cuantos se dan en las aves, aunque todavía hay, como veremos el mes que viene y el siguiente, quienes las superan.