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Abril
[Calendario de la Vida]

Rózanse y mana vida. Besa la nube la dura cumbre y
se escapa agua. Acaricia el tibio sol la hierba y
ésta respinga
con un escalofrío de calor que le hace crecer un
palmo. Vibran
las siringes de las aves y ya la nueva pollada clama
en el nido.
Lame el arroyo sus orillas y cascadas de flores
penden a los ápices
del soto. Todo abril es un abrazo suave que
despierta
lluvias,
amores, apetitos, regeneración, conciertos y
futuros. Pero
no como los nuestros de eternos apetitos insaciables.
El
porvenir de lo natural es lento, conforme, adecuado
a
la capacidad y a los límites. En esto, casi
diametralmente opuesto a nuestro ya descarado
sobrepasarlo todo. Lástima
recordarlo ahora
que todo quiere a todo en los espacios limpios,
abiertos y libres.
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"Otra ave africana que nos alcanza:
la carraca" |
Hay
un tinte que es la ausencia de tintes, indeleble y
casi imperceptible: la transparencia. Lo más
extraviado en
nuestro mundo está impregnando la Naturaleza
abrileña. Todo
está recién lavado, por las lluvias siempre fieles
al arranque de la primera primavera. Y es que
los paisajes, cuando los limpia
una precipitación, tienen sensores más cerca de su
dermis, y
las caricias de nuestras miradas les provocan un
leve tiritar que
nosotros traducimos con ese término tan injusto y
parcial de
"bonito". Real como la vida misma es que, si tus
sentidos despiertan y trabajan todos al mismo
tiempo, lo que miras recobra
su sentido, o mejor lo adquiere quién sabe si por
primera vez.
Y
éstas son apreciaciones posibles en abril, mes
telón alzado para
que veamos la representación más
veces repetida sin que todavía uno solo de
los actores, ni
uno solo de los espectadores
se haya cansado. Y eso ocurre
porque el planeta vivo consume ahora una de
sus más
prodigiosas alquimias físicas
y psicológicas. Todo se hace desde la posición
química de la juventud
Sea cual sea
la edad de los habitantes
de la primavera, se
sienten, nos sentimos
jóvenes. Y como casi todo está renovándose, las
plantas, los
animales, los
veneros y hasta la agudeza de nuestras miradas,
comprendemos que abrirse en abril es una
de las mejores
actitudes.
Decíamos
del mes pasado que lo morado, lo malva y
lo violeta acaparaba los aires bajos. Este mes tiene
una clara
tendencia al amarillo, al menos en los
espacios más representativos de una península
que tiene la suerte de ser muchos mundos al mismo
tiempo.
Del gualdear de la vegetación
son responsables algunas leguminosas silvestres como
retamas, carquesias y varios de
nuestros viejos amigos, los
árboles de la
familia de los Quercus, es decir, encinas, quejigos y alcornoques.
Cada inflorescencia masculina de estos
últimos es como un racimo de oro, como el más
elegante pendiente en la oreja más hermosa.
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- Primera semana - |
- Segunda semana - |
- Tercera semana - |
- Cuarta semana - |
La competencia a tanto amarillo llega de la mano del
blanco: hay una monumental erección de flores de este
color
en los extremos de
gamones o asfódelos, cicutas de manantial,
espinos y majuelos; también de ciertos árboles
domesticados
como el
membrillo, el guindo de las montañas y algunos tréboles.
Linos, peonías
y malvas complican la gama cromática.
A tan vastos, bellos y además
gratuitos supermercados acude
en masa y en desorden la
interminable nación de los libadores,
polinívoros, nectarívoros, petalóvoros... Decenas de
insectos
veremos a menudo en cada mata. |

"El corcino ya sabe pasar inadvertido" |
Tumultuosas razzias que mil
zumbidos diferentes anuncian, si
bien mirado es otra caricia con que la
vida de lo verde obsequia a la vida
animal.
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Tan incansables como inclasificables son las variedades
de
abejas, avispas, abejorros, mariposas, moscas, mosquitos,
escarabajos, que transitan la
floración abrileña |
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